2.2.
POR
QUÉ VOCACIONAL
También aquí tomaré como fundamento algunos
textos legislativos, que resaltan la
importancia de la oración en el tema
vocacional.
Las Constituciones de 1990, en el número
16,3, nos presentan la oración como uno de
los medios para discernir y fomentar
vocaciones:
“16,3
Teniendo presente la preocupación de san
Francisco al ver cómo crecía su primitiva
fraternidad, todos los hermanos, y en primer
lugar los ministros y cada una de las
fraternidades, pongan sumo esmero en
discernir y fomentar las verdaderas
vocaciones, principalmente con el ejemplo de
su vida, con la oración y con la palabra.”
En las Orientaciones Generales de Pastoral
Vocacional podemos leer también aspectos
referidos a la relación vital entre oración
y vocación.
A nivel de Pastoral Vocacional “Ad intra”
leemos en el número 25 lo siguiente:
“25. Revitalizar la propia vocación.
Todo hermano está personalmente llamado a
asumir múltiples tareas para revitalizar su
propia vocación. Esto se realiza
especialmente mediante la oración, la
confrontación con la Palabra de Dios, la
profundización de la vida fraterna, la
formación permanente y el apostolado,
potenciando las propias capacidades y dotes
personales.”
Y a nivel de Pastoral Vocacional “Ad extra”
leemos varios números muy significativos:
1º Referido al Acompañamiento Vocacional,
el joven tiene que ser:
45 (...) “Religioso-Orante. La
persona acompañada debe estar cada vez más
convencida de que sólo a través de una
experiencia religiosa -sobre todo en la
oración- es posible percibir y discernir la
voluntad de Dios y responder auténticamente
a su llamada. Por lo tanto, tiene que caer
en la cuenta de que es Dios mismo el primero
y más importante acompañamiento vocacional.”
2º Acerca de los medios espirituales de
Discernimiento Vocacional:
54 (...) “La oración, fuerza indispensable
y privilegiada, está en el origen de todo
discernimiento vocacional. Solamente en la
experiencia de Dios se puede descubrir y
responder a la llamada. Las formas más
significativas pueden ser: la liturgia, la
Palabra de Dios, los sacramentos, la “lectio
divina”, las vigilias, etc.”
3º Sobre la Praxis de Pastoral Vocacional con
los jóvenes cercanos:
58 (...) “Escuela de oración - “Lectio divina”.
Conscientes y convencidos de que la oración es
la base de todas las vocaciones, formemos
sólidamente a los jóvenes en la oración como
doctrina, como práctica y como vida. En efecto,
sobre todo en la oración se descubre la llamada
de Dios. Oremos e invitemos a orar según el
método de la oración franciscana-capuchina y de
la “lectio divina”.”
Y, finalmente, veamos el texto de nuestra
Legislación Provincial, en el número 8,1, que
trata de la oración como unos de los medios más
eficaces para fomentar vocaciones:
“8,1
Convencidos de que Dios sigue llamando a
vivir nuestro proyecto franciscano-capuchino de
vida como un ideal rico en contenido humano y
evangélico, afirmamos que en la oración y en el
testimonio coherente de nuestra vida fraterna
evangélica se encuentra el medio más eficaz
para el fomento de las vocaciones genuinas.”
3
CÓMO SE VIVE EN EL
EREMITORIO VOCACIONAL “FRAY CARMELITO”
Responderé a esta pregunta desde tres
dimensiones esenciales del proyecto: la
fraternidad, la oración y la vocación. Y
finalmente, con un apartado para
aspectos generales.
3.1. LA VIDA DE FRATERNIDA
Fraternidad abierta a todos,
tanto a los Hermanos que desean
profundizar y dinamizar en su propia
vocación capuchina, como a los jóvenes
que están en un proceso de
discernimiento vocacional.
“Pueden ser admitidos en la fraternidad
seglares que deseen compartir más
íntimamente nuestra vida, ya sea en la
oración o en la convivencia fraterna y
en el apostolado.”
(Const. 89,2)
“Para realizar en plenitud con todas las
personas y con todas las criaturas
nuestra vocación de hermanos se sugiere:
1) Abrir nuestras casas a quienes deseen
compartir oportunamente nuestra vida de
oración, de convivencia, de reflexión y
de trabajo.”
(LP 79,1)
Comunicación fraterna.
En la medida de lo posible se tiene que
favorecer una profunda y espontánea
comunicación fraterna entre todos los
hermanos de la fraternidad, no sólo en
la oración y actos comunes, sino en los
habituales encuentros de reflexión,
discernimiento y estudio comunitario;
una especie de autoformación permanente
compartida, creciendo en el conocimiento
mutuo y en el del hombre de hoy,
sobretodo a través del contacto con los
que nos visiten y a los que debemos
ofrecerles además de un clima de
oración, una acogida y un acompañamiento
fraterno y vocacional. Y también,
especialmente, debe darse esta
comunicación con todos los hermanos que
viven y trabajan en la Provincia y con
el pulso y ritmo de la fraternidad
provincial de la que formamos parte.
“Fomentemos el diálogo, entre nosotros,
intercambiando confiadamente las
experiencias y manifestándonos las
necesidades. Además, estemos todos
penetrados del espíritu de fraterna
comprensión y sincero aprecio.”
(Const. 84,2)
“Recibamos con caridad fraterna y
corazón alegre a todos los hermanos que
vienen a nuestras casas”
(Const. 92,1)
“ 1/ El Señor nos ha llamado a vivir en
la fraternidad para sentir el gozo de
sabernos hermanos y querernos como
tales. 2/ Por tanto, vivamos y
expresemos estas relaciones de forma
cálida, de modo que nos hagan crecer en
el amor y cariño mutuos.”
(LP 71: 1-2)
Servicios fraternos.
Todos los hermanos tienen que colaborar
activamente en los distintos servicios
domésticos, como por ejemplo, la
limpieza y aseo, la cocina, el
mantenimiento en general, etc., con el
fin de poder ofrecer un ambiente
agradable y acogedor, que nace de la
corresponsabilidad.
“ Ayúdense todos mutuamente, según los
dones dados a cada uno, incluso en los
servicios que se deben prestar
diariamente en nuestras casas.”
(Const. 84,6)
“Como sigo de pobreza y minoridad,
realicemos nosotros mismos el mayor
número posible de trabajos domésticos, y
ningún hermano se dispense de ellos
habitualmente.”
(LP 63)
“Todos los hermanos somos responsables
de la marcha y buen funcionamiento de la
Fraternidad. Como manifestación de que
somos un grupo de pobres y menores,
procuremos que los servicios de nuestras
casas estén atendidos por nosotros, sin
recurrir, en lo posible, a personas
ajenas.”
(LP 76,1)
Sencillez y austeridad de vida.
El estilo de vida tiene que ser
exigente y visible, y debe reflejarse en
lo cotidiano, por ejemplo, la comida, el
mobiliario, el vestir, etc., de una
forma real y efectiva, pues representa a
imagen de la fraternidad.
Veamos algunos textos sobre la sencillez
de nuestra vida:
“La pobreza exige un modo sobrio y
sencillo de vida, por ejemplo en el
vestido, en la comida, en la
vivienda,...”
(Const. 60,4)
“Nuestra pobreza exige: -un modo de
vivir austero, sobrio y sencillo, tanto
en la comida y vestidos como en los
edificios;...”
(LP Capt. IV.
Introducción, 2/; Cfr. LP 36,1)
Leamos ahora algunos textos sobre la
austeridad de nuestra vida:
“Siguiendo sus huellas
(Francisco) esforcémonos ... en
ofrecer ejemplo de vida austera y
penitencia alegre por amor a la cruz del
Señor,...” (Const. 4,3)
“ 1. Llamados a seguir el camino
evangélico de la pobreza,
acostumbrémonos a padecer escasez, a
ejemplo de Cristo y teniendo presente
que san Francisco quiso ser tan pobre
que, despojado de todos los bienes
materiales y de los lazos del corazón,
se entregó totalmente en manos del Padre
que cuida de nosotros. 2. Y no queramos
ser del número de los falsos pobres, que
desean ser pobres pero a condición de
que no les falte nada.”
(Const. 74,1-2; Cfr. Const.
102,2)
“... La llamada a la conversión y a la
austeridad de vida es una característica
fundamental de nuestra Fraternidad.”
(LP Capt. VII, Introducción)
Alegría franciscana.
El estilo de vida de nuestra fraternidad
debe de ser positivo, optimista,
encauzado a buscar y desarrollar todo lo
bueno que hay en la persona. Y todo ello
con nuestra característica alegría
franciscana.
“Confiando por encima de todo en la
providencia del Padre, vayamos por el
mundo con tal esperanza y franciscana
alegría que se fortifique así la
confianza de nuestros contemporáneos.”
(Const. 100,1; Cfr. Const 98,4)
3.2. LA VIDA DE ORACIÓN
Intensa oración.
Un ritmo de oración intenso a lo largo
de todo el día, basado prioritariamente
en la celebración de la Liturgia de las
Horas y en encuentros de oración
contemplativa y compartida. Y como
momento principal del día, la
celebración de la Eucaristía; todo ello
con un estilo fiel y creativo.
Veamos unos textos sobre la oración en
general:
“6. Consagrados más íntimamente al
servicio de Dios por medio de la
profesión de los consejos evangélicos,
esforcémonos con libertad de espíritu en
vivir fiel y constantemente esta vida de
oración. 7. Por consiguiente,
cultivemos con el máximo empeño el
espíritu de la santa oración y devoción,
al cual las demás cosas temporales deben
servir, de tal modo que nos convirtamos
en auténticos seguidores de san
Francisco, que pareció más que un orante
uno todo oración.”
(Const. 46, 6-7; Cfr. Const.
4,3; 13,1; 52,1-6)
“Somos CAPUCHINOS: Nuestra Orden nació
como una reforma dentro de la familia
franciscana, destacando los siguientes
valores: 1/ El retorno a la primigenia
inspiración de la vida y Regla de san
Francisco mediante la conversión
interior: Esto se concreta en: - el
primado de la oración, sobre todo
contemplativa.”
(LP 2,4, 1/)
Sobre la liturgia en general leamos los
siguientes textos:
“Tengamos, por consiguiente, en máximo
aprecio el misterio de la Eucaristía y
el Oficio divino, que san Francisco
quiso que informaran toda la vida de la
Fraternidad.”
(Const. 47,2)
“Las fraternidades acogerán con
benevolencia a las personas que vengan a
participar con nosotros en la oración
litúrgica o personal...”
(LP 24,1)
Acerca de la celebración de la Liturgia
de las Horas podemos ver también los
texto:
“ Por lo tanto, reúnase a diario toda la
fraternidad, en el nombre de Cristo,
para celebrar en común la Liturgia de
las Horas...”
(Const. 50,2)
“Cada día todas las fraternidades de la
Provincia deben congregarse en nombre de
Cristo para celebrar la Liturgia de las
Horas en común (Const.50,2)...”
(LP 18,1)
Sobre la Eucaristía veamos los
siguientes textos:
“Para poner mejor de manifiesto que, en
la fracción del pan eucarístico, somos
elevados a la comunión con Cristo y
entre nosotros, celébrese todos los días
en nuestras fraternidades la misa de
comunidad...”
(Const48,2)
“Puesto que la Eucaristía es el
sacramento de nuestra fe que nos une y
nos hace hermanos, procuremos celebrarla
diariamente...”
(LP 19,2)
Oración franciscana,
que se caracteriza especialmente por ser
afectiva y creativa. Toda experiencia de
oración, bien sea litúrgica, individual
o compartida, tiene que estar impregnada
de la sensibilidad y del carisma
franciscano.
“La oración franciscana es afectiva, es
decir, oración del corazón, que nos
conduce a la íntima experiencia de Dios.
Cuando contemplamos a Dios, sumo bien,
de quien procede todo bien, deben brotar
de nuestros corazones la adoración, la
acción de gracias, la admiración y la
alabanza.”
(Const. 46,6; Cfr. 46,1-7)
Liturgia franciscana,
que compagine la fidelidad y amor a la
Iglesia con la creatividad y afectividad
franciscana. Y como signo externo de
nuestra consagración franciscana al
Señor, llevaremos el hábito capuchino
durante los momentos de oración común y
celebración litúrgica.
“Todas las fraternidades celebrarán de
manera especial la Eucaristía en la
conmemoración de los santos y beatos de
la Orden y en las fiestas franciscanas.
(LP 19,3; Cfr. LP 22,1)
Sobre la creatividad de nuestra
liturgia:
“Puesto que la vida en fraternidad es el
ambiente o el lugar donde realizamos
nuestra vocación, téngase como momentos
clave de la misma: 1) La oración
-Eucaristía, Liturgia de las Horas y
otras formas de orar-, vivida de manera
creativa, espontánea, verdaderamente
participativa y realista.”
(LP 69,1)
Oración mariana.
Toda nuestra oración fraterna tiene que
estar impregnada de un sentimiento y
amor mariano, sobre todo conociendo el
valor central de la Virgen María en la
espiritualidad franciscana, y en
especial en nuestra Provincia capuchina
de Valencia, bajo la advocación de las
Tres Avemarías.
“Honremos de forma particular, sobre
todo con el culto litúrgico y el rezo
del rosario, a la Virgen María Madre de
Dios, concebida sin pecado, hija y
esclava del Padre, madre del Hijo y
esposa del Espíritu Santo, hecha
Iglesia, en expresión de san Francisco,
y propaguemos su devoción en el pueblo.
Ella es, en efecto, nuestra madre y
abogada, patrona de nuestra Orden,
partícipe de la pobreza y pasión de su
Hijo y, como enseña la experiencia,
camino para alcanzar el espíritu de
Cristo pobre y crucificado.”
(Const. 54,3)
Silencio franciscano.
Es aconsejable crear un verdadero clima
de silencio y de recogimiento,
especialmente en los momentos de oración
y celebración litúrgica, de retiros y
cursillos. Esto facilitará la oración,
el trabajo y el acompañamiento
vocacional, sin caer por ello en el
mutismo ni en el aislamiento.
“1. El silencio, que es guarda fiel del
espíritu interior y viene exigido por la
caridad en la vida común, sea tenido en
gran estima en todas nuestras
fraternidades para tutelar la vida de
oración, de estudio y de reflexión. 2.
Corresponde al Capítulo local velar por
el ambiente de oración y recogimiento en
nuestras fraternidades, evitando cuanto
lo comprometa.”
(Const. 57,1-2)
“1. Dios Padre, que nos habla por el
Espíritu de su Hijo, nos pide -en un
ambiente de silencio- una actitud de
escucha que se convierte en una forma de
oración. Es importante esta actitud de
escucha, no sólo en la oración personal,
sino también en la litúrgica. 2.
Colaboren todos los hermanos, de común
acuerdo, para crear un clima de
silencio, apto para la oración, y usen
con moderación los medios de
comunicación social.”
(LP 23,1-2)
Apostolado de la oración.
La vida del eremitorio tiene una clara
faceta apostólica: Escuela de oración
vocacional, tanto en su dimensión de
encuentro personal y fraterno con Dios,
como en su otra dimensión vocacional en
que se encuentre el hermano o el joven.
Especialmente a los jóvenes se les
ofrecerá la “aventura de conocer más y
mejor a Jesús” por medio de experiencias
de oración (métodos y praxis), días de
desierto, vigilias, oraciones
compartidas, etc.
“Cultivemos con sumo interés en el
pueblo de Dios el espíritu y la
promoción de la oración, sobre todo la
interior, ya que éste fue, desde los
comienzos, un carisma de nuestra
Fraternidad de Capuchinos y, como
atestigua la historia, el principio de
la auténtica renovación.”
(Const. 53,6; Cfr. Const.
13, 1-5)
3.3. LA VIDA COMO VOCACIÓN
El servicio vocacional es la
característica más original del
eremitorio, tanto en el sentido más
eclesial como en el específico
franciscano-capuchino. Para ello no hace
falta ser un “especialista”, sino
simplemente un hermano que con sencillez
y alegría aporta lo que vive y sabe. Lo
más importante de nuestro servicio
vocacional es la fraternidad orante, y a
eso podemos contribuir todos y cada uno
de los hermanos.
El acompañamiento orante de la vocación
tiene que abarcar todas las dimensiones
de la misma y que lo podemos presentar
viendo las sucesivas etapas del proceso
vocacional:
1ª Pastoral Vocacional: orar el
discernimiento vocacional.
La oración constituye el fundamento de
la búsqueda y del discernimiento
vocacional. Sólo desde ella se puede
escuchar la llamada de Dios y se puede
responder con generosidad y confianza a
ella.
“ Teniendo presente la preocupación de
san Francisco al ver cómo crecía su
primitiva fraternidad, todos los
hermanos, y en primer lugar los
ministros y cada una de las
fraternidades, pongan sumo esmero en
discernir y fomentar las verdaderas
vocaciones, principalmente con el
ejemplo de su vida, con la oración y con
la palabra.”
(Const. 15,3; Cfr. Const.
16,1-3)
“ Convencidos de que Dios sigue llamando
a vivir nuestro proyecto
franciscano-capuchino de vida como un
ideal rico en contenido humano y
evangélico, afirmamos que en la oración
y en el testimonio coherente de nuestra
vida fraterna evangélica se encuentra el
medio más eficaz para el fomento de las
vocaciones genuinas.”
(LP 8,1)
2ª Formación Inicial: orar la
profundización vocacional.
La oración es la base sobre la que se
madura e identifica la propia vocación,
siendo por ello la experiencia de
oración vocacional el medio más
privilegiado en la formación inicial.
“Teniendo en cuenta el carácter
particular y los dones de gracia de cada
uno, sean introducidos en la vida
espiritual, alimentada con la lectura de
la divina palabra, con la participación
activa en la liturgia y con la reflexión
personal y la oración, de tal manera que
se vean atraídos más y más hacia Cristo,
que es el camino, la verdad y la vida.”
(Const 25,4; Cfr. Const.
28,2; 29,4; 31,6)
3ª Formación Permanente: orar la
vivencia vocacional.
La oración supone la fuente inagotable
de perseverancia y frescura vocacional.
Sólo en ella encontramos la luz y la
fuerza para vivir alegremente la propia
vocación durante toda nuestra vida.
“Aunque la formación permanente afecta
de manera unitaria a toda la persona,
tiene, no obstante, dos aspectos: la
conversión espiritual, mediante el
continuo retorno a las fuentes de la
vida cristiana y al primitivo espíritu
de la Orden y su acomodación a los
tiempos, y la renovación cultural y
profesional mediante una adaptación
técnica, por así decirlo, a las
condiciones de los tiempos. Todo esto
ayuda a una mayor fidelidad a nuestra
vocación.”
(Const. 41,2)
4ª Periodos de Crisis: orar el
revivir vocacional.
La oración es el medio vital para un
encuentro personal con Dios, en donde
poder redescubrir la primigenia llamada
vocacional y poder así renovar la
respuesta y la confianza en Dios,
asumiendo y resolviendo la crisis
vocacional.
3.4. ASPECTOS GENERALES
Economía fraterna.
Sin “jugar a pobres” pero sí solidarios
con ellos, nuestra vida tiene que
sustentarse con el trabajo de los
hermanos y con la caridad de los demás.
La economía puede ser el mayor problema
del eremitorio, pues aunque se viva con
sencillez y austeridad, existen unas
necesidades a cubrir. Las posibles
soluciones serían: los trabajos
remunerados, los donativos, la pensión
de la Seguridad Social, si alguno la
tiene, las intenciones de misas, etc
“ El trabajo es el medio fundamental de
nuestra subsistencia y de la práctica de
la caridad con los demás hombres, sobre
todo cuando compartimos con ellos el
fruto de nuestro trabajo.”
(Const. 76,1)
Trabajos fraternos.
Todos los hermanos tienen que trabajar
como medio de sustento y de apostolado.
Dichos trabajos pueden ser: manuales,
para el mismo eremitorio o para fuera; e
intelectuales, como por ejemplo
elaboración de materiales y
colaboraciones a nivel oracional y
vocacional.
“A fin de hacer más fecunda para
nosotros y para los demás la gracia del
trabajo, procuremos conservar el
carácter comunitario dentro de la
variedad de actividades, dispuestos a
ayudarnos mutuamente trabajando en
equipo, con lo que también progresaremos
en la conversión del corazón.”
(Const. 77,4; Cfr. Const.
76,3; 84,6)
Casa pequeña y comunicada.
Una casita o un antiguo convento, pero
muy pequeño; cuanto más sencillo y
pobre, mejor. Tiene que estar algo
retirado, pero a la vez con una buena
comunicación, para facilitar la
asistencia de hermanos y jóvenes al
eremitorio.
“1. Debemos vivir en casas humildes y
pobres, hospedándonos siempre en ellas
como extranjeros y peregrinos. 2. Al
elegir lugar para una nueva casa,
téngase en cuenta nuestra vida de
pobreza, el bien espiritual de los
hermanos y los diferentes ministerios
que se ejercerán; y dispónganse las
viviendas de tal modo que a nadie puedan
parecer inaccesibles, sobre todo a los
más humildes. 3. Con todo, las casas
sean aptas para las necesidades y los
ministerios de la fraternidad, propicias
para la oración, el trabajo y la vida
fraterna.”
(Const. 68,1-3)
No apostolado/ministerio externo.
Tenemos que hacer todo lo posible por no
asumir apostolados ni ministerios fijos
externos al eremitorio, al menos por el
primer año o seis meses, con el fin de
profundizar en la experiencia y poder
así preparar el material orante y
vocacional necesario, aunque sería
aconsejable que esta opción fuese para
siempre, pues una cosa es colaborar
ocasionalmente con la Iglesia local y
otra estar comprometido oficial y
permanentemente con ella.
Alimentación.
Nuestra comida, siendo la necesaria y la
adecuada, tiene que sobresalir por la
sencillez y la austeridad; a semejanza
de las familias necesitadas, tiene que
provenir principalmente de nuestro
trabajo y de la “Mesa del Señor”, es
decir, de la Cruz Roja, del Banco de
Alimentos, de Caritas y de donativos.
“3. Adquiramos, sobre todo con nuestro
propio trabajo, los medios y recursos
necesarios para la vida y el
apostolado. 4. A falta de dichos
recursos, recurramos confiadamente a la
mesa del Señor, respetando las
disposiciones de la Iglesia universal y
particular; de tal manera, sin embargo,
que, a la vez que pedimos limosna a los
hombres, les demos testimonio de
pobreza, fraternidad y alegría.”
(Const. 63,3-4)
Sin TV.
Sin necesidad de satanizar la TV,
reconocemos que en la mayoría de las
ocasiones dificulta o, al menos, no
suele favorecer la comunicación
fraterna. Por eso sería muy aconsejable
no tenerla, con el único fin de fomentar
el encuentro y el diálogo entre todos.
En caso excepcional se podría tener un
vídeo, sólo para ver alguna película o
documento dentro de la dinámica
religiosa, orante y vocacional.
“La fraternidad misma, reflexionando en
común bajo la dirección del superior,
vele sobre el uso de los medios de
comunicación social, de tal modo que se
salvaguarde al mismo tiempo la pobreza,
la vida de oración, la unión fraterna y
el trabajo, y dichos medios sirvan para
el bien y la actividad de todos.”
(Const. 90,1)
Internet “vocacional”.
Utilizar la informática como un
importante medio de trabajo
complementario, tanto para realizar los
distintos trabajos literarios como para
ofrecer un acompañamiento oracional y
vocacional “a distancia”.
“2. tengamos en gran estima, como
instrumentos aptos para evangelizar a
los hombres de nuestro tiempo, los
modernos medios de comunicación social,
capaces de llegar y de mover a las masas
y a toda la sociedad. (...) 5. Ejerzan
también gustosamente, aunando esfuerzos,
el apostolado de la prensa, en
particular cuando se trate de la
divulgación de temas franciscanos. (...)
7. Los hermanos dispongan de los medios
necesarios para desempeñar sus tareas,
sin quebranto de la vida fraterna y
teniendo en cuenta nuestra vocación
franciscano-capuchina.”
(Const. 153,2.5.7)
Posible horario de la fraternidad.
Debe tener prioridad el tiempo
prolongado de oración.
“ El Capítulo local, con la aprobación
del superior mayor, disponga el horario
de la casa y del trabajo, de tal modo
que el ritmo de la jornada esté
consagrado por la alabanza de Dios,
teniendo además en cuenta las
circunstancias particulares de las
personas, de los tiempos y de las
culturas.”
(Const. 50,4)
7.00 Laudes y
oración.
8.00 Desayuno y
aseo.
9.00 Trabajo
personal.
13.00 Oración del
mediodía.
14.00 Comida y
descanso.
16.00 Oración.
16.30 Trabajo
personal.
19.00 Vísperas y
Eucaristía.
21.00 Cena y
recreación fraterna.
22.30 Oración de la
noche.
23.00 Descanso.
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