Ya he dicho antes que Francisco amaba a la Iglesia y siempre quiso
estar dentro de ella. Así que no cabía
otra cosa que presentar la “Regla” al
Papa para la aprobación definitiva. Por
eso la pequeña fraternidad se puso en
camino hacía Roma con esa misión. Cuenta
la tradición que cuando el Papa vio a
Francisco, y recordando un sueño que
tubo, reconoció en él al “hombrecillo
pequeño” que sostenía el edificio de la
Basílica de Letran, e impedía su
derrumbe, como símbolo de la decadencia
de la Iglesia y la ayuda que prestaría
Francisco. Fue entonces cuando el
Papa Honorio III, aprobó la Regla
el 29 de noviembre de 1223,
primero con su bendición y luego por
medio de la bula pontificia "Solet
annuere".
Esto suponía para Francisco confirmación
definitiva de su vocación. La
confirmación de que Dios aprobaba y
bendecía esa nueva manera de vida la
vocación religiosa.
 |