Amigo, ahora voy a
empezar a explicarte algo sobre el
llamado Carisma Franciscano, y lo haré
de forma resumida, pues se han escrito
libros y libros sobre ello.
Como sabemos cada
cristiano, según su estado de vida,
tiene que vivir el Evangelio. Un
“Carisma” es el don que el espíritu
Santo da a una persona para que viva de
forma especial un determinado valor o
parte del Evangelio. Dichos carismas
pueden ser personales e íntimos, o
personales y públicos dando origen así a
grupos, movimientos, instituciones o
Congregaciones religiosas. En definitiva
es un don de Dios para servicio de la
Iglesia y la sociedad.
Centrándonos ahora
en nuestra reflexión franciscana,
diremos que el Carisma franciscano
es el don que Dios dio a Francisco para
vivir de una determinada manera su vida
cristiana. Y que luego con el nacimiento
de la “Orden Franciscana” lo podemos
aplicar no sólo a Francisco, sino
también a todos los que seguimos a Jesús
con su mismo estilo de vida.
El carisma que Dios regaló a San Francisco de
Asís lo podemos resumir en las
siguientes características: el
Evangelio, la Iglesia, la oración, la
fraternidad, la Virgen María, la
pobreza, el servicio-minoridad, la paz y
el bien. Iremos viéndolas detenidamente.
Como ya vimos antes, Francisco tiene una
experiencia propia de la llamada de
Dios, de que Dios mismo le dice lo que
tenía que hacer. De ahí que Francisco
siempre dijera: El mismo Señor me reveló
que la vida de los Hermanos
Menores es vivir el Santo Evangelio...
(2R,1). A esta convicción nunca
cedió. Francisco quiso seguir por
completo a Jesucristo pobre y
crucificado.
Anteriormente dije que un carisma es un don de
Dios para vivir un determinado aspecto o
característica del Evangelio. Pues bien,
podríamos decir que la excepción
confirma la regla, valga la expresión,
dado que en el caso concreto de
Francisco su carisma es vivir el Santo
Evangelio en su totalidad, sin destacar
nada de él en particular, este
constituye el carisma especial y
específico de Francisco y sus hermanos.
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