La vocación franciscana no se puede vivir en soledad, aislado,
independiente, por eso uno de los
aspectos más característico de ella es
la vida en
Fraternidad
(unión de hermanos).
Francisco, a lo largo de su vida, y especialmente
de su “historia” vocacional, va
descubriendo y profundizando en la fe, y
así está convencido de que Dios es
Padre y todos nosotros Hermanos.
Esta realidad espiritual marcará toda su
vida. Por eso para Francisco fue
fundamental la llegada de nuevos
hermanos. Era la confirmación, por parte
de Dios, de su nuevo proyecto de vida,
de su vocación.
La nueva Orden que él fundo tenía que ser una
verdadera familia de hermanos, y desde
ella querer también a todas las personas
y a todas las criaturas. Todo lo creado
es obra de Dios y por eso todos somos
“hermanos”: hermanas criaturas…
Si para el
cristiano la comunidad es importante, ya
desde los orígenes de la Iglesia, para
vivir la vocación franciscana la vida
fraterna, la fraternidad es
imprescindible, no podemos no vivir en
fraternidad.
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