Francisco, al igual que en otras cosas, entendía el voto de pobreza, de
una forma muy personal y especial.
Comúnmente era no tener nada. Pero él da
un paso más, y tal vez más profundo y
exigente. La pobreza para Francisco era
como un darse
y darlo todo, porque nada es nuestro.
Es decir no apropiarse nada. Este es el
significado y el compromiso franciscano:
“sin propio” como decimos en nuestra
fórmula de profesión religiosa.
Tal vez, a primera vista, pueda parecer un tanto
cómoda y superficial, pero es todo lo
contrario. Pues la realidad nosotros
“tenemos todo lo necesario para vivir”,
gracias a que compartimos todo entre
todos los hermanos. Por eso lo más
exigente es “no apropiarse de ello”,
saber prescindir de todo lo que
disfrutas, no poner el corazón en el
tener… etc. Amigo, te invito a leer una
explicación más detallada sobre el voto
de pobreza en está misma página web, en
la parte de “catequesis vocacional”, y
más concretamente en la dedicada a la
vocación a la “vida religiosa”.
Volvamos a Francisco. Él se toma tan en serio la
pobreza que hasta “se desposa con ella”,
llamándole la Dama Pobreza. Y él mismo
es conocido como el Pobrecillo de
Asís". Para Francisco todo lo
que tenemos en la vida es un don y un
regalo de Dios, no nos pertenece. De ahí
que la máxima pobreza es entregarse uno
mismo a Dios y a los demás, imitando a
Jesús Pobre y Crucificado.
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